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martes, 18 de septiembre de 2012

No se pone colorado


“A los colorados hay que putearlos.” Así dicen las ancianas sabias del pueblo, aunque no sepan muy bien la razón. Es como si oficiara de contra maleficio: por naturaleza, ellos traen mala suerte, y el insulto redime al resto de la humanidad de los males que ello pudiera generar. Es su fama, su marca personal, y es indeleble.

Franco Robledo tiene 15 años y es alcanzapelotas en los partidos de San Lorenzo de Almagro. Por alguna cuestión genética, nació pelirrojo, y cargará toda su vida con el mote de ser transmisor de desgracias, malas rachas, infortunios. Sin embargo, lejos de renegar de su condición, le ha encontrado una utilidad. Parece ser que al mínimo contacto con un arquero rival, le transmite mala suerte, lo que provoca la derrota de su equipo.

La magia del color

Mientras el panorama actual del fútbol argentino se tiñe de violencia, presiones y amenazas de las barrabravas a los jugadores, las últimas noticias se han teñido de un color particular, colocando a Franco como protagonista, bajo el seudónimo de “colorado mufa”, quien pareciera tener sobre sus hombros (o sobre su cabeza) la responsabilidad de salvar a San Lorenzo del descenso.

Podría verse como una situación discriminatoria que, dada su relevancia, apenaría a cualquier adolescente que la padeciera. Sin embargo, Franco muestra orgulloso su “vaso medio lleno” de la circunstancia, argumentando que él no trae mala suerte a los rivales, sino que es depositario del don de la buena dicha para su equipo.

Así, lo que para el chico no es más que un chiste entre compañeros, va tomando forma y sobre todo color, como uno más de los reconocidos mitos urbanos, en especial los que giran en torno al fútbol, cuyos personajes permanecen en la historia como un elemento clave del folklore popular.

La lista de víctimas del apodo de “mufa” dentro del ambiente futbolístico es larga, y sería osado mencionarla para quien escribe, y leerla para usted. Sin embargo, no todos los congregados bajo este calificativo disfrutan y ríen de la situación como lo hace Franco. A la fama se le suma el rechazo, por lo que muchas carreras profesionales se ven frustradas, al considerarse el tono capilar como un dato de peso dentro del currículum, que en ocasiones supera a una brillante performance.

Es creer o reventar, pero lo cierto es que, partido a partido, los hechos hablan por sí solos, la fama del pelirrojo crece y los medios se disputan su presencia y su testimonio fresco y relajado. En una ocasión, un arquero rival se manifestó solidario con la situación del muchachito, y le ofreció un abrazo como signo de su incredulidad hacia los comentarios. Luego, le convirtieron tres goles.

Las cábalas y el fútbol han sido siempre buenos amigos. A la hora de sentarse a disfrutar de un partido decisivo, se tienen en cuenta los lugares en la mesa, los atuendos, amuletos, comidas; cada detalle debe ser idéntico al de aquella final en la que el equipo ganó. Es imposible comprobar su efecto, pero por las dudas, nada puede modificarse.

Así ocurre con Franco. Su supuesta intervención coincide con dos triunfos y un empate en la hora límite del Ciclón, aunque el director técnico niega que la actuación del joven sea parte de una estrategia pensada por él para cubrir de desdicha a los rivales.

Mientras tanto, del desempeño de San Lorenzo en la cancha, nadie habla. Como si cualquier habilidad del equipo estuviera ahora silenciada por los rumores de tinte mágico que giran en torno a su campaña, signada por este particular amuleto. Habría que dejar las cábalas a un lado y concentrarse en el torneo. Después de todo, Franco es sólo un niño, y no tiene nada que ver con el accionar del equipo. ¿O sí?

Lo defiende
El periodista deportivo Martín Liberman se solidariza con la situación de Franco, ya que le ha tocado padecer en su vida circunstancias similares debido a su condición de pelirrojo: “Le están haciendo un daño terrible”


Se lo toma con soda
“Para mí es algo gracioso. Mis compañeros me piden que lo haga. Paso por los arcos, toco los postes, saludo a los arqueros rivales o les alcanzo la pelota”, cuenta despreocupado Franco, que no ve lo trágico del asunto.


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