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martes, 18 de septiembre de 2012

Acá cerca y hace tiempo


Actualmente, la riqueza de un lago se asocia a la existencia de una reserva de agua dulce, un recurso natural que posee mucho valor, determinado sobre todo por su escasez. Se piensa, incluso, que la lucha por el agua puede ser motivo de grandes guerras en un futuro no muy lejano. Sin embargo, el Lago Ramos Mejía, posee una riqueza extra.
En 1997, un pescador que trabajaba a orillas de ese lago, ubicado en Neuquén, se sorprendió con la presencia de restos fósiles, que desenterró uno a uno con su cuchillo, hasta llegar a la suma de 130 huesos, sin sospechar que habían pertenecido a un dinosaurio.
Bicentenaria es el nombre que le dieron a la criatura, que integra el Museo Argentino de Ciencias Naturales. Se trata de la reconstrucción fósil de aquel ejemplar que forma parte del patrimonio de la institución desde el año 2007, cuando su descubridor, Raúl Espedale, cedió su hallazgo al paleontólogo Fernando Novas.
Bastante más añeja que el calificativo al que su nombre hace referencia, esta criatura vivió en los alrededores de El Chocón, en el sur argentino, hace alrededor de 100 millones de años. Por tal motivo, los diez años que tardó aquel pescador en dar a conocer su hallazgo, no opacan el orgullo del equipo de investigadores que lo recibió entre sus más preciadas adquisiciones.

El que no corre, vuela
De acuerdo a los estudios realizados, la flamante integrante del museo, que recibió su nombre en homenaje a los 200 años del primer gobierno patrio y de la independencia argentina, pertenece al Cretácico y, según Novas, “viene a completar parte de la evolución de los dinosaurios que darían origen al tiranosaurio, al velociraptor y a las aves mismas”.
De gran tamaño y velocidad, este depredador atrapaba a sus presas con sus dientes curvados y sus garras. Los descubrimientos acerca de estas características se lograron a partir de la existencia de ejemplares similares encontrados en China. Además, algunos de ellos conservaban aún restos de piel y tegumentos, por lo que se estima que Bicentenaria poseía plumas.
Luego de realizar los correspondientes estudios a los 130 huesos hallados por Espedale, los investigadores recrearon por completo la anatomía del animal en poliuretano expandible y lo montaron en una estructura metálica, convirtiéndolo en uno más de los tesoros de la ciencia argentina, que mantiene a la paleontología en un pedestal.
La reconstrucción, expuesta en el museo ubicado en Parque Centenario, fue realizada por los paleoartistas Jorge Blanco y Marcelo Issasi, integrantes del CONICET, y recibe cientos de visitas que cada fin de semana, atraídas por la curiosidad, se acercan a conocer al nuevo integrante de la familia prehistórica argentina.
Este orgullo de los estudiosos prehistóricos  constituye una joya para el patrimonio nacional y una fuente de felicidad para los expertos, que encuentran en su reciente adquisición, una oportunidad de volcar sus conocimientos a una realidad palpable y devolver a la sociedad los frutos que les ha dado su paso por la universidad.
Se crea así un estímulo mutuo entre la ciencia y la sociedad; una renovación del compromiso de seguir contribuyendo a la riqueza de un país, utilizando el pasado como un instrumento decisivo de apoyo, desde la responsabilidad y la correcta utilización de los conocimientos y de los recursos, orientados hacia el crecimiento.
Lo interesante del caso, al igual que en el resto de los hallazgos prehistóricos, es la posibilidad de encontrar en él un eslabón más en la historia, para revelar los misterios del universo desde su génesis. Se teje aquí la relación implícita con el nombre elegido para el animal, partiendo de la necesidad de reconstruir  del pasado como herramienta para la construcción del futuro. En la historia del universo o en la de un país. Hayan pasado 200 años, o cien millones.


Pasado, pisado
La zona donde fueron encontrados sus huesos es privilegiada, además, por poseer una alfombra natural de huellas prehistóricas que engalanan el suelo de alrededor del lago, en un banquete visual que se hace presente cada vez que, para desgracia de los habitantes del lugar pero para fortuna de los paleontólogos, se produce una bajante de las aguas.

Pequeña Criatura
El carácter especial del descubrimiento no sólo es el hecho de que haya sido encontrado en territorio argentino, y tampoco sus tres metros de altura, sino su condición fundamental de eslabón que completa una importante cadena de evolución que incluye grandes especies, como el velociraptor y el tiranosaurio.

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